Leyendo la editorial de la revista CAUCE nº 151 (2010), "La Conservación, actividad sostenible", me hizo reflexionar sobre una serie de cuestiones que pasaré a enumerar después de citar textualmente unos párrafos:
... Todo apunta a que la inversión (en construcción de infraestructuras) se va a ver afectada por fuertes restricciones presupuestarias, al encontrarnos en una crisis económica cuyo punto más bajo quizás aún no haya llegado...
... pero es cierto que los compromisos adquiridos por la sociedad del bienestar hacen que los recursos comprometidos sean tremendamente elevados. Por eso no queda otro remedio que optimizar las inversiones en infraestructuras en la búsqueda de la eficiencia...
...Hay que construir aquellas nuevas infraestructuras que se demuestren, tras un análisis exhaustivo, rentables, y toca postergar aquellas otras demandas cuya finalidad busque la estructuración del territorio, la mejora de la accesibilidad, etc...
...Deben ser útiles (el patrimonio de infraestructuras) y, por tanto, no queda más alternativa que centrar esfuerzos y recursos en renovarlas...
...Una de las mayores lacras de la conservación es que no se inaugura y que las fuerzas políticas tienen dificultad para poder vender la necesaria aportación de recursos económicos a esta actividad...
... la conservación es, por definición, una actividad sostenible, la de mayor grado de sostenibilidad de las relacionadas con las infraestructuras........
Bien, las reflexiones o cuestiones que se me plantean son las siguientes:
(1) En primer lugar, sí parece cierto que la conservación de infraestructuras sea una política sostenible, pero creo que urge cuantificar este aspecto de una manera seria y rigurosa para poder divulgar la evidencia de ello a todos los sectores implicados: docencia e investigación, práctica profesional, mundo empresarial, administraciones y gobiernos responsables de su puesta en marcha y ejecución (programas, planes y financiación), y a la sociedad en general porque se lo merece y se lo debemos.
(2) En relación con el segundo párrafo citado, cuestiono que las infraestructuras no formen parte de la sociedad del bienestar; ¿qué sentido tiene un hospital si no podemos acceder a él en condiciones o no podemos aparcar de forma sencilla?, es tan solo un ejemplo.
(3) En lo concerniente al tercer párrafo de la editorial, también cuestiono la afirmación de postergar aquellas inversiones cuya finalidad sea la ordenación del territorio, la accesibilidad, ...; quizás este tipo de inversiones son las que más sostenibilidad reportan, eso sí, no a corto plazo (que me imagino que es por donde va la editorial) sino a medio y largo plazo. Pero Señores, la sostenibilidad no se puede medir únicamente a corto plazo, en todo caso, es más propio un análisis con un espacio temporal más dilatado.
(4) En lo que sí estoy de acuerdo de un modo definitivo es en que la conservación no reporta réditos electorales: no se puede cortar la cinta de la conservación. Pero esto plantea la cuestión de que, quizás, la medida más sostenible que podamos plantear sea la de separar la influencia política de las decisiones puramente técnicas. Pero claro, esto en un país como el nuestro se me antoja, hoy por hoy, un tanto difícil. Sin duda es una asignatura pendiente que tarde o temprano tendremos que abordar. Cuanto antes lo hagamos menos oportunidades perderemos por el camino y antes nos encaminaremos en la buena senda de la sostenibilidad verdadera.
Con todo, soy optimista por naturaleza y confío en las nuevas generaciones para que esto cambie, lo veo día a día entre mis alumnos en la Escuela de Ingenieros de Caminos de la Universidad de A Coruña.
Juan Cagiao Villar_2010