11.JUL.2013Sí, nos metimos dentro de la cámara_Barrio de los Artistas 2013
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Ya han pasado algunas semanas, pero aún así seguimos con la emoción de habernos metido dentro de una caja oscura, una caja hecha a base de cartón reciclado de las cajas de bicicletas y mucha cinta aislante, para que no entrase ni un rayito de sol fuera del objetivo. Una caja que la pones donde quieras para ver el mundo al revés que tú elijas.
Lo mejor, es que no sólo nos metimos nosotras, si no también pequeñajos con padres, sin ellos, no tan chiquitajos e incluso ¡familas enteras! Y es que este año, en el barrio de los artistas cambiamos los entresijos de los talleres a los que estamos habituados y aún así vinieron muchas personas, ¡triunfamos! Así que por eso precisamente, no podemos dejar de sonreír. Gracias a todos los que estuvisteis con nosotras y a los que repetisteis ;-).
Amaneció el día bastante torcido con una lluvia contínua, pero pensamos que tanto trabajo hecho debía por lo menos disfrutarse un rato. Así que buscamos un lugar donde el cartón no se estropeara, recogimos la fruta que nos subvencionó la tienda Mundobio, Herboristería Lezaun de la cuesta de Santo Domingo y montamos el tinglado. En un lado, la caja-cámara oscura, en otro una gran superficie con pinturas y marcos de cartón - ¡gracias Pincelada, y gracias Pastas Beatriz por la ayudita también!- para llevarnos a casa nuestra mejor foto repintada que también nos subvencionó la tienda Pincelada de la Calle Mayor y nuestras queridas Pastas Beatriz.
A las diez de la mañana apareció por allí una gran familia que dio el chupinazo que inauguraba la actividad. Debido a la lluvia y el cambio de lugar, el encuentro con los duendecillos iba a estar complicado, así que nuestra compi Uxua junto con Isma (uno de nuestros niños pioneros) se fueron megáfono en mano bajo las nubes y el agua a buscar a esos locos bajitos para que probasen la caja, hiciesen una foto y se llevaran el marco a casa. Fue tal la llamada, que a las doce de la mañana teníamos cola para entrar, un jaleo estupendo de voces creando y mucha pintura, esos colores marroncillos que tanto nos gustan de mezclar toda la paleta en un sola ventana.
Íbamos entrando de a poco, y una vez estaba la puerta bien cerrada, la cortina echada y todos cómodos en los cojines, destapábamos el agujerito, y equilicuá! Ahí estaba! La plaza al revés, girada, con sus ventanas, con sus tejados y sus farolas. Bien, marco encima de la imagen, boli en mano empezábamos a enmarcar lo que más nos gustaba del lugar que estábamos viendo. Primero lo entendíamos por supuesto. ¡Hubo una madre y todo que se puso a hacer el pino dentro!
Cuando teníamos la "foto" hecha, salíamos a la alfombra de la interpretación. Cada uno pintó como quiso su plaza, le puso gatos y ventanas descuadradas, abuelas y columpios y también hubo quien incluso pintó un dragón con su fuego y todo.
No faltó el momento de la sandía, el momento de hacer el mico en frente del objetivo y parecer coco diciendo "esto es cerca, esto es lejos" y encontrarnos la acera pintada de colorines con las tizas, lo bueno que tienen los diminutos es que en todas partes encuentran algo con lo que aprender. Y nosotros, con ellos.
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